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Día 10: León - Astorga

Ivan Blanco

Parecía que Galicia, mi región de origen, estaba anticipando nuestra futura llegada con otro día bien lluvioso (para los que no lo sepan, en Galicia llueve mucho mucho mucho).

Días de lluvia en el Camino

El día antes habíamos conocido a Felix que ahora se nos unía al equipo "Ondiñas" mientras nos dirigíamos a un ritual mañanero muy común: el desayuno. Tras hacer una foto con Leandro (vuelve al día 9 para saber más) y desearle un buen Camino, nos fuimos a un bar que ya había visto el día antes; un desayuno tortilla para Felix y yo, y algo más dulce para las chicas.

Cuando estábamos ya casi a punto de irnos de León y pasando por su magnifica catedral, me paré un segundo para ver la próxima ruta en la oficina de turismo. E hice muy bien, porque gracias a ello, mientras yo me proveía de mapas y folletos, los otros "Ondiñas" se pusieron a hablar con un bicigrino. Este nuevo bicigrino estaba en dudas de si salir o esperar a que amainara la lluvia, por lo que le preguntamos que porque no se venía con nosotros. Fue así, de casualidad, que conocimos a Andrew de Estados Unidos, quien empezó su Camino en París y de hecho, ¡aún se encuentra pedaleando en Marruecos ahora mismo! Una pedazo de aventura que se está haciendo y que no es la primera con la que se atreve, seguid atentos a mis próximas entradas para saber más.

De esta guisa, por el mismo sendero íbamos 7 bicigrinos de todas partes del mundo e inicios: uno que empezó en St. Jean Pied de Port, tres en Ordizia, uno en Berlín y otro en París. Sea predestinación o por pura coincidencia, es así como el grupo más grande e internacional del Camino se dirigían juntos hacia Santiago: ¡éramos, el equipo "Ondiñas"! 

(regresa al día 7 para comprobar el origen de este nombre)

Lluvia lluvia lluvia y más lluvia

A pesar de la monótona ruta de este día, nuestros nuevos compañeros y sus historias animaron la jornada que sólo se veía truncada por la constante lluvia. Por suerte, no era tan intensa como el Apocalipsis vivido en el día 8 de mi Camino, pero era suficiente como para dejarnos como pitos. Es más, nos motivó a acabar la jornada antes de lo previsto y quedarnos en la encantadora Astorga a las tres de la tarde. Recién llegados y registrándonos en el albergue, una voz familiar empezaba a sonar por los pasillos... no era nadie más ni nada menos que Leandro, el cura cachondo que habíamos conocido en León.

Tras este divertido reencuentro y siendo ya tarde para almorzar, nos fuimos en búsqueda de un supermercado para hacernos un buen aperitivo de queso y vino. Tardamos un rato en llegar, porque todos los peregrinos que cruzábamos paraban y conocían a Leandro, es lo que tiene ser un cura y peregrino cachondo. Llegados finalmente al super del pueblo, por suerte era un GADIS, una cadena de supermercados de Galicia, mi región, y llena de deliciosos productos gallegos. No no, no os preocupéis, no mencionaré mi cerveza favorita de nuevo, pero sí mencionaré uno de mis quesos favoritos, el Queso de Tetilla. Un queso que, como su nombre indica, es de forma cónica similar a la de un pecho.

Dice una historia (de seguramente muchas), que el origen de este queso se remonta a un monasterio donde se encontraba una estatua femenina un poco particular. Esta estatua de, obviamente, figura y forma femenina, tenía sin embargo un par de atributos más grandes de lo habitual. Hasta tal punto era esto así, que los monjes no le quitaban ojo. Ante esta situación, el Abad decidió de cortar buena parte de la estatua y dejar nada más que la cabeza y los hombros de la misma. Privados de la forma habitual de la estatua, los monjes simplemente se decidieron por replicar los atributos en un nuevo tipo de queso y forma: ¡había nacido, el Queso de Tetilla!

Sea cierta esta historia o no, sí añade una nota cómica para uno de los mejores quesos suaves de Galicia que combina perfectamente con una rebanada de membrillo, tanto como postre como merienda. Si Quesar o no quesar, sigue mis próximas entradas para leer más sobre la cocina española y gallega.

Retomando el inicio de esta pequeña historia, también hay más detrás de la historia de GADIS. Lo que a priori puede parecer otro supermercado más, tiene un punto diferenciador que es su carácter local y la promoción de Galicia que llevan a cabo. Desde hace algunos años, este compromiso se hace ver mejor en sus anuncios publicitarios que llegan hasta el corazón del más gallego. Las referencias y situaciones contenidas en sus anuncios se hacen muy familiares para cualquier gallego; provocando mucha morriña para aquellos que se encuentra en la emigración. Compruébalo en el vídeo.

Acabada la compra, nos fuimos a disfrutar de nuestro merecido queso y vino al sol, el cual volvió justo para unirse a nuestro aperitivo. Todo esto fue posible gracias a haber terminado nuestra jornada más pronto de lo esperado:

Undécimo consejo para el Camino: no tengas prisa, tómate tu tiempo y disfruta de la ausencia de estrés.

Dando vueltas por Astorga, nos topamos con: la mochila más grande jamás vista (probablemente pertenencia a Goliath... ) y también, para alegría de las "Ondiñas" catalanas, el Palacio Episcopal de Astorga, obra del famoso arquitecto Gaudí. Esta obra, una de las pocas que se encuentran fuera de Catalunya, se erige junto con la Sagrada Familia en uno de los mejores ejemplos del Modernismo Catalán. Se dio la casualidad también, que nos cruzamos allí de nuevo con los bicigrinos vistos en Carrión de los Condes (véase día 8). Por lo que, qué mejor homenaje a la gran obra de Gaudí que intentar competir con uno de los selfies más famosos de la historia de los Oscars, compruébalo bajo estas lineas:     

 

El mejor selfie de peregrinos jamás visto

 

"¡Toma esa Ellen y Bradley, incluso he conseguido meter a Gaudí en el recuadro!

Con este, mejor selfie de peregrinos jamás visto, lo último que nos quedaba por satisfacer eran nuestros estómagos, por lo que a por la cena nos fuimos. Yo me dejé deleitar con una de mis mejores cenas del Camino, atún rojo recubierto con un crujiente de avellana y, cómo no, un poco más de Morcilla (info en el día 7) en huevos rotos y chorizo. Una gran cena rematada con un par de vinos y otra de mis foto entrevistas, esta vez, con Leandro, nuestro cura cachondo.

Hasta la próxima y buenas noches ;)   

Día 9: Calzadilla de la Cueza - León

Ivan Blanco

¿Os acordáis del último día?

En el día 8 de mi Camino estábamos a punto de llegar al final de nuestra ruta mientras intentábamos evitar la tormenta...

Nubes de mal humor

Para llegar a Calzadilla de la Cueza sólo hay un camino y en un día normal se hace bastante rápido. Teniendo los relámpagos y truenos acechando cada vez más, uno primero se empieza a encontrar con la lluvia, pero eso no nos ahuyenta a los norteños, incluso una buena tromba de agua es aceptable, pero cuando en un momento dado la expresión llueve a cántaros se convierte en llueve a piscinas... ese es el momento cuando uno debería considerar buscar algún tipo de refugio. Si a esto le añadimos granizo como piedras y viento que te desplaza medio metro, empezarás a ver incluso a los más temerarios echarse atrás.

Ante este Apocalipsis, lo único sensato que podía hacer era buscar refugio lo más pronto posible, y lo encontré entre unos arbustos y árboles, pero la tormenta era tan fuerte que tenía que buscar otra solución. Por suerte, me encontraba justo donde estaban los canales de evacuación de la carretera: dos agujeros de 1m por 1m. Tal cual un contorsionista, conseguí introducirme en uno de ellos y esperar a que la tormenta amainara. Además, a lo que en un principio nos había hecho gracia, hice buen uso del consejo que nos había enviado el padre de Marta unos días antes:

Décimo consejo para el Camino: si te encuentras en una tormenta con relámpagos, y especialmente si vas en bici, aléjate de la misma o puede que acabes con un peinado peor que el de Einstein.

Mi "hamaca" para la siesta

Así me encontraba entre la lama y telas de araña, que durante los 45 minutos de tormenta, incluso me deleité con otra de las grandes tradiciones españolas: ¡la siesta! Sí sí, así, sin poder contactar con las chicas y con uno de los presagios más temidos de los Galos haciéndose realidad "que el cielo se caiga sobre nuestras cabezas" (haz click aquí para ver la referencia). Fue así, en esta situación, en la que un chicarrón del norte simplemente decidió echarse una cabezadita ;) 

La calma tras la tormenta

Con la calma tras la tormenta y la vaga esperanza de ir secando, tras unos minutos de pedaleo, de repente me encontré con Calzadilla de la Cueza, donde en realidad sólo hay dos cosas, el albergue y un restaurante, eso sí, qué restaurante. Los chicos que lo llevan y la comida que sirven valen la pena pasar por cualquier tormenta. Su simpatía y amabilidad no tienen precio. Además de esto, hemos tenido otra cena regional cojonuda e incluso volví a probar otra de mis cervezas favoritas, la Alhambra Reserva. Como colofón final, Marta y Maitane se desencajaron con un ataque de risa de lo más épico, aunque pronto silenciado por las "luces fuera" de las 22:00.   

Tras un sueño risueño, empezábamos el día 9 de nuestro periplo con Marta y Carla retomando el colocón de endorfinas: ¡bailando bailando bailando! Así que tras un buen desayuno y este inicio energético, nos pusimos de nuevo en ruta. Una vez llegados a Sahagún, nos paramos rápidamente en una tienda de bicis para aprovisionarnos de los muchos neumáticos que habíamos gastado en nuestro legendario día de los pinchazos (compruébalo en día 7 y día 8). Justo se dio la casualidad también, que en ese momento me diera cuenta de que mi fantástico bombín se había roto. En dudas de si realmente necesitaba uno, ya que mis ruedas habían resistido estoicamente hasta la fecha, finalmente sí me decidí por comprarme otro. A mayores, también me agencié el mejor recuerdo para un bicigrino y que además me hacía más visible (por si otro apocalipsis cayera sobre nosotros; descubre qué souvenir me compré en futuras entradas)

Mañanas de Calzadilla

Listos ya para proseguir nuestra aventura, nos pusimos en marcha para pronto volver a separarnos. Las chicas prefirieron tomar el Camino real, que tal como decía mi guía es, "más humano". Y no se equivocaba, yo opté por la ruta histórica de origen romano, de la cual decía: "más solitaria, agreste y salvaje". Y vaya con si era agreste... estamos hablando de 30 km, sí vale, planos, pero mayoritariamente de arcilla, piedras todo el rato, monotonía y vendavales todo el tiempo. Tal era la cosa, que mientras recorría esta ruta, incluso empezaba a preferir las horribles pendientes de mi primer día.  

Uno de los únicos 3 peregrinos con los que me crucé

Si pensaba que la mañana anterior había sido solitaria, este recorrido romano definitivamente acabó siendo mi momento más solitario de todo mi Camino de Santiago. La carretera no parecía terminarse nunca porque el paisaje era todo el rato el mismo. Además, como lo "bueno" nunca llega sólo... (sí, si notas un poco de ironía, puede que no andes lejos), esta vez era mi turno para.... ¡pinchar mi bici!  

Ahí estaba yo, en el medio de la nada con la predestinación a sufrir un pinchazo y sin nada de nada a mi alrededor, en serio, el espacio infinito en comparación con la nada en la que me encontraba se quedaría corto.

Pero no os preocupéis, estaba más que preparado, el destino ya había decidido que esa mañana me comprara un nuevo bombín. Curioso es el destino, que parece estar persiguiéndome allá donde vaya, ya que desde que empecé el Camino no ha hecho más que llevarme por la buena senda. De todas formas, tras haber cambiado 3 ruedas en las jornadas anteriores, esto iba a ser un juego de niños.... pero, siempre hay un PERO. Mi reluciente bombín nuevo no encajaba con la válvula, el aire si iba a todas partes excepto donde debía y no había ninguna manera de que consiguiera inflar mi rueda con ese bombín. Mi otro querido bombin, sí encajaba, pero estaba roto... es ahí donde vino a mi mente una de mis series favoritas de cuando era niño, ¡MacGyver! Sí sí, haz el comentario que quieras, pero funcionó. Usé mi bombín roto en combinación con el nuevo y de esta manera conseguí inflar la bici lo suficiente para proseguir mi Camino hasta León.

Fue así, con este MacGyverismo que finalicé en León una de las jornadas más duras y frías de toda mi aventura, a pesar del sol, no me quité la chaqueta en todo el día. Entré en la urbe leonesa bastante pronto y fue allí donde volví a reunirme con el equipo "Ondiñas".

La impresionante Estrella Galicia 1906

A pesar de la jornada solitaria, me fui en búsqueda de un lugar donde desconectar un poco. Lo hice en el bar Vino Grifo cerca del albergue y es allí donde encontré la recompensa a mi esfuerzo: ¡tenían mi cerveza favorita! Mejor aún, tenía la Estrella Galicia 1906. Vale vale, a estas alturas, quizás Hijos de Rivera S.A. podrían pagarme una comisión por toda la publicidad que les llevo haciendo. Sino, al menos, me llevo otra buena foto y me deleité con una tapa de otro de los manjares españoles, el Jamón Ibérico, ¡el mejor jamón del mundo!

Para concluir este momento gourmet, otro tenía que sucederle, la cena. Buscando un sitio donde tuvieran algún menú peregrino interesante, fue también la ocasión el a que conocimos a un nuevo compañero, Felix de Alemania. La verdad es que comenzó su "Camino" en Berlín como parte de su gran viaje en el que aún se encuentra. Claro está que acabada la cena y como buen alemán, se convirtió en mi compi de cañas y degustó mis cervezas favoritas.  

Leandro y las chicas

Desgraciadamente, como es costumbre en muchos albergues, hemos tenido que volver corriendo a las 22:30 ya que sino nos cerraban las puertas y no tendríamos posibilidad de entrar de nuevo. Fue también el momento en el que conocimos a uno de los curas más cachondos que jamás nos encontramos, Leandro...

Sigue los próximos días de mi Camino para conocer más de él y futuros compis de viaje del equipo "Ondiñas: más grandes, mejores y fuertes.  

Día 7: Belorado - Hornillos del Camino

Ivan Blanco

Empezando el día en un lugar cuyo nombre parece combinar un legendario destino de buscadores de oro (El Dorado), y con las primeras letras que recuerdan a la belleza italiana o un nombre típico de chucho, otro gran día parecía estar destinado a ocurrir.

Como es costumbre para los bicigrinos, teniendo la habitación sola para nosotros, nos levantamos algo tarde. Por lo que nos tomamos un desayuno rápido pero completo y nos despedimos calurosamente de nuestro compañero Jürgen (vuelve al día 6 para más información). Tras dejarnos, Jürgen prosiguió su camino por la ruta del norte, pasando por los magníficos "Picos de Europa" (haz clic aquí para ver sus posts), visitando luego Santiago, para descender al sur por Portugal y finalizar su largo viaje en Granada (puedes ver todo su recorrido aqui). Es así como completó lo que él llamaba Jürgen's Weg, (= el Camino de Jürgen), un impresionante viaje de 4 semanas en bicicleta, enhorabuena amigo.

"Danke für deine Zeit Jürgen und ich hoffe unsere Radwege kreuzen sich irgendmal wieder! LG!"

De vuelta al equipo Ondiñas inicial, la felicidad y alegría del Camino provocadas por la gente que uno se encuentra, las experiencias vividas, los preciosos paisajes, la gastronomía y mucho más, hicieron lo que tarde o temprano tenía que ocurrir, que nuestras cuerdas vocales vibraran, o lo que es más comúnmente conocido como: cantar. Es así como con una buena carga de endorfinas empezamos a cantar canciones en el Camino. Pasando por las típicas de bares, algunas catalanas, otras vascas y algunas gallegas, acabamos con una canción especial que se convirtió en una de nuestras favoritas: ¡Ondiñas! (haz clic aquí para escuchar la canción completa)

Básicamente va de unas olas que van y vienen y de la Rianxeira (más información aquí). Es una de las canciones populares más conocidas de Galicia y siempre despierta emociones positivas tanto para los que viven allí como los que nos encontramos en la emigración alrededor del mundo. Es como un himno de la cultura gallega que en cierta medida se convirtió en el símbolo de nuestro destino, y a la vez, en la canción de nuestro camino y nombre de equipo.

Bicigrinos mochileros

Aún con este comienzo más bien gallego, el catalán rápidamente se hizo protagonista cuando nos cruzamos con otros bicigrinos de Girona. Su particularidad no era sólo su fuerte acento catalán, sino también el enorme tamaño y lugar de su equipaje. Llevaban mochilones típicos de excursionistas y peregrinos... sí sí, de los grandes grandes. Y aunque éstos bailaran de un lado al otro, iban muy contentos con ellos y fueron una buena forma para iniciar nuestra conversación.

Siguiendo la ruta, nos encontramos de nuevo con paisajes de belleza únicos, que se trataban en este caso de las tierras de Burgos. En las que tras unas sesiones de saltos y árboles magníficos, desgraciadamente, nos topamos con uno de los males más temidos de cualquier ciclista: ¡el pinchazo!     

Dos recorridos un Camino

La verdad es que ya habíamos sufrido un pinchazo el día anterior. Le había tocado a la bici de Maitane, pero con nuestro trabajo en equipo lo resolvimos rápidamente. Así que esta vez la pregunta era a quién le tocaría... Pues, resulta que le tocó de nuevo a la bici de Maitane. A pesar de la decepción inicial de un nuevo pinchazo, ello me permitió sacar una foto de dos árboles preciosos y hacer un pequeño recorrido en bici sin mis alforjas para ir en ayuda de Maitane. Sin embargo, en este caso, cambiar la rueda se hizo más difícil de lo esperado. La válvula del neumático era tan estrecha que no conseguíamos inflarlo con nuestro bombín, pero afortunadamente, una patrulla de Protección Civil pasaba justo en ese momento y nos ayudaron a cambiar la rueda para poder rodar de nuevo.

Octavo consejo para el Camino: siempre llévate recambios y las herramientas adecuadas, nunca sabrás cuándo y dónde las necesitarás. Además, no temas pedir ayuda, la gente te ayudará más de lo que te puedas esperar.

Catedral de Burgos

Pasados estos pequeños contratiempos, conseguimos llegar a la histórica ciudad de Burgos, pero atención, hay dos caminos para entrar al centro. El recorrido que bordea el río y más bonito, o el camino más feo e industrializado que cruza todo el polígono industrial de Burgos, que fue el nuestro. Por si esto no fuera bastante, se arriesga uno a incluso ser atropellado... sí sí, atropellado por un coche. Eso es lo que me pasó a mí con uno que salía de un parking y se había quedado mirando al otro lado. Pero recordando el mensaje de mi primer consejo para el Camino, que todo tiene solución, el shock inicial resultó no ser nada. Ni siquiera me caí de la bici y el golpe leve sólo lo sufrieron mis alforjas. Así que tras lo que acabó siendo una simple anécdota, continuamos alegremente con nuestro Camino.

Tras esta entrada poco pictórica, pronto llegamos a apreciar la gran belleza que alberga el centro de Burgos, además de, su famosa Morcilla de Burgos. La cual se diferencia de los demás tipos de morcilla por ser hechas con arroz (más información aquí), ¡mmmm qué rica!

Morcilla de Burgos, ¡buenísima!

Acabado otro momento gourmet, nos dirigimos a abandonar la ciudad burgalesa con un nuevo acompañante, la lluvia, sin embargo, su intensidad duró poco y nos pudimos poner en marcha rápidamente. Cuando estábamos ya a punto de acabar nuestra jornada, uno de nuestros mayores enemigos decidió volver a unirse: ¡el Sr. Pinchazo! Y adivina, tal cual una trilogía, volvió a atacar la bici de Maitane.

Pero al igual que en las mejores secuelas, lo hizo de una manera única, se pinchó con...

Exacto, me gusta dar sorpresas y mantener el suspense, pero no te preocupes, estate atento al día 8 y descubrirás quién es el Sr. Pinchazo más grande jamás conocido ;)