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Día 14: Palas de Rei - Arzúa

Ivan Blanco

La noche anterior, tras una tabla de quesos deliciosa, volvimos al albergue donde la lavadora, ese gran invento del día 13, nos tenía preparada una sorpresa inesperada. En realidad hizo de todo excepto lavar, la lavadora parecía estar rota, por lo que tuvimos que trasladar todas nuestras prendas sucias y mojadas hacia otra lavadora y esperar a que terminara.

Pero, uno normalmente no se espera que dos máquinas se rompen a la vez ¿verdad? Bueno, al parecer sí es posible, después de una larga espera, el segundo intento terminó tan mal como el primero. Con Morfeo llamándonos para dormir, Maitane y yo secamos la ropa todo lo que pudimos y la dejamos colgando en la... fría noche gallega. Al despertar, para lo que iba ser nuestro penúltimo día en el Camino, Palas del Rei sería recordada como el lugar donde pasamos dos horas secando ropa con secadores de pelo.

Decimoquinto consejo para el Camino: si eres un peregrino masculino con pelo corto, únete a algunas peregrinas, lo más probable es que puedas necesitar su secador en algún momento u otro.

Decimoquinto consejo para el Camino, BIS: si eres una peregrina femenina en bici, y no sabes cómo reparar una rueda pinchada, únete a unos peregrinos en bici masculinos, es probable que al menos uno pueda ayudarte.

Mis mejores sellos del Camino

Con la ropa un poco menos húmeda, nos lanzamos a por nuestro desayuno con, no uno, sino dos capuchinos, mi intención era tratar de equilibrar la humedad de mi ropa... y no, no funcionó. Aunque arrancamos juntos, de repente decidí volver a la iglesia del pueblo, dónde había conocido al hermano Jesús el día antes, cuando me selló mi credencial. De hecho, son de los sellos más bonitos que tengo (podrás verlos en mi último día del Camino). Mi repentino giro fue probablemente motivado por el temor a no alcanzar los objetivos de foto-entrevistas que me había planteado. Por lo tanto, le hice la entrevista a Jesús y resultó ser una de las más largas que hice en todo el Camino, no sólo por su energía positiva, pero también debido a los numerosos peregrinos que se acercaban para sellar sus credenciales. Aunque ésto alargó mi salida, no era lo molesto que podría parecer, ya que incluso trajo momentos inesperados que me hicieron ver el otro lado del Camino. Un lado más espiritual y directamente relacionado con las personas que hacen posible el Camino; cada minuto que pasé allí valió la pena.

El famoso "Polbo á feira"

Alcanzando casi la hora del almuerzo, sí, has leído bien, eran las 12:30, la hora de almuerzo típica para la gran mayoría de países europeos... y ese era el momento cuando yo iba a empezar mi día 14 en el Camino. Para mi sorpresa, Andrew había decidido esperarme, así que nos fuimos juntos dirección Melide y con la intención de probar el famoso "Pulpo á fiera" por el que es conocida. Algunos dicen que el mejor lo hace la Pulpería Ezequiel otros dicen que es A Garnacha ... Ante dos opciones tan buenas, ¿cómo decidir por cuál de ellas decantarse...? Pues, siendo bicigrinos que hicieron sólo 1h30 de camino, y a sabiendas que nos gusta la cerveza y que no sólo nos bebemos una... Pues no nos quedaba otra que pedir pulpo en ambas pulperías (descubre más información aquí sobre el delicioso "Pulpo á feira"); ¡qué rico!

Con el estómago bien llenito, Andrew y yo nos dirigíamos hacia nuestras queriditas bicis mientras Melide estaba resultando ser un lugar de lo más social. Tuvimos una divertida conversación con Raquel y Macarena, peregrinas que nos encontramos en una de las pulperías, luego nos cruzamos con unas chicas californianas, Stephanie, Emilie y Sabra, peregrinas ellas también. Así que la idea de quedarse se estaba desarrollando en nuestra cabeza... sí, después de tan sólo 10 km nos estábamos planteando acabar la jornada... cuando de repente, me encontré con Alfred. Sí sí, Alfred, el alemán que conocí en mi segundo día del Camino, en Villanova. ¡No podía creer lo que estaban viendo mis ojos! Obviamente, había tomado algún que otro atajo, pero eso no disminuyó este feliz reencuentro, especialmente cuando ya no pensaba volver a verle en el Camino.

Los profundos bosques gallegos

Por muy tentador que la situación se estaba convirtiendo, el remordimiento del ciclista nos hizo finalmente seguir nuestro Camino, decisión que nos iba a traer más momentos especiales. Nos paramos en el primer bar que encontramos, y no, no teníamos pensado irnos "de bares". En realidad nos habíamos comprometido con las simpáticas Raquel y Macarena, que al llegar al primer bar, nos tomáramos unas cervecitas juntos. Sin exceso, el hecho de beber un poco en el Camino era su forma de disminuir el dolor de pies que el Camino provoca. Las ampollas y otros heridas ya obligaron a muchos peregrinos abandonar el Camino (consulta aquí las recomendaciones que da turismo de España si quieres hacer tu Camino a pie, en bici o a caballo).

Después de este divertido momento, seguimos hasta que encontramos una Iglesia en la que quedamos pasmados con la enorme cantidad de estampillas religiosas que había colgadas. Si pasas por Boente, entre Melide y Arzúa, hazte una parada ya que no sólo conseguirás un sello; aun sin ser creyente, vale la pena ver esta perspectiva religiosa del Camino formada por los peregrinos más devotos, es un digno contraste a las habituales catedrales, iglesias, cruces, estatuas, etc. También fue donde conocimos a Marina, Laura, Irene, Rubén y algunos más, un grupo muy alegre y divertido de peregrinos de principalmente el sur de España. Eran por lo menos diez y se habían encontrado recientemente en el Camino, su felicidad y energía eran muy contagiosas, por lo que una vez más, el remordimiento del ciclista nos estaba haciendo de lo más bien.

Las innumerables estampas religiosas de Boente

Más historias estaban a punto de acontecernos. La bajada hasta Ribadisio fue una de las más divertidas y hermosas, donde no paramos de reír y sonreír de oreja a oreja. Este descenso precedía un momento en el que íbamos a salvar una vida ... sí sí, estábamos a punto de convertirnos en ¡héroes!

Alejados de cualquier autopista, carretera o el más mínimo índice de civilización, en medio de la selva gallega y con la oscuridad de la noche a la vuelta de la esquina, vimos una criatura desamparada y perdida... estaba pasmada y sin orientación ... nos encontramos con... ¡una vaca! Uno de los animales más comunes de mi querida Galicia, productora de leche y los deliciosos quesos, se encontraba sola y sin su rebaño. Intentamos advertir a su dueña algunos kms más adelante, pero no podía volver porque iba arreando las demás vacas hacia la cuadra, por lo que Andrew y yo decidimos volver y rescatar a "Pitusa" (el nombre es totalmente ficticio y cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia). Así, al puro estilo peregrino, Andrew y yo nos convertimos en los Cowboys del Camino. Como dos auténticos sheriffs, la misión nos iba a arrastrar aún más adentro en las tierras gallegas para poder liberar Pitusa de su trampa. Una vez que la encontramos, intentamos rodearla a través del terreno empinado y lleno de baches, no iba a ser tarea fácil. Sin embargo, a pesar de nuestras bicicletas pesadas y cargadas, la velocidad y nuestras habilidades hicieron posible el rescate. Con Andrew cortando el paso por un lado, conseguimos que Pitusa se pusiera en la buena senda. Llevándola por el buen camino, el momento emotivo cuando Pitusa reconoció a su dueña se demostró con un mugido de lo más apasionado. Con todo el mundo feliz, nos fuimos satisfechos tras otra buena acción.

¡El Cowboy del Camino!

Después de otro momento único y con la oscuridad pisándonos los talones, decidimos quedarnos en la cercana Arzúa y dar por terminadas las aventuras de este día. Arzúa es conocida principalmente por sus espectaculares quesos, como el que os comentaba en el día 10 de mi Camino, el famoso "Queso de Tetilla". Se podría considerar casi como la capital del queso de Galicia [gracias Pitusa], en ella se organiza cada año la Fiesta del Queso, donde uno se encuentra varios productores de distintas partes del mundo y otros más artesanos. Los quesos de éstos últimos suelen ser totalmente caseros y tan frescos que hay que consumirlos casi de inmediato. Si tienes nostalgia por la comida de la abuela y vas a la fiesta, cómprate el queso de las adorables productoras ancianas, no saldrás defraudado.

El queso de Arzúa

Dado que la fiesta del queso se produce en otras fechas, no hemos tenido la oportunidad de disfrutarla, pero el destino llamó de nuevo a mi puerta de otra manera. Entramos en un albergue que estaba regentado por un vecino de mi pueblo de origen, Negreira, a unos 100 km de distancia, vaya casualidad. Así que allí nos quedamos y fue también donde conocimos 5 peregrinos de Nebraska, con los que nos fuimos a buscar el menú peregrino más gallego posible. Encontramos uno cerca del albergue y conocimos la historia del padre Nolte y sus compañeros, todos de la misma capilla. Cuando él les comentó su intención de hacer el Camino, ellos simplemente se unieron a la aventura. Nos lo pasamos muy bien y les mostré todo lo que pude sobre Galicia y nuestra gastronomía. Obviamente, estando en Arzúa, no nos quedaba otra que probar el delicioso "Queso de Tetilla".

Así que después de un comienzo bastante húmedo, un arranque lento, grandes momentos gastronómicos y muchos encuentros hermosos, nuestro Camino se preparaba para llegar a su fin, pero no sin hacer más y mejores amigos únicos. Al mismo tiempo, uno de los aspectos más importantes del Camino empezaba a hacerse más claro.

Estate atento al día 15 de mi peregrinación a Santiago, será el último de ésta extraordinaria aventura.