Día 8: Hornillos del Camino - Calzadilla de la Cueza
Ivan Blanco
Día 8 estaba a punto de comenzar en la pequeña localidad de Hornillos del Camino, sin embargo, llegar a la misma había sido más arduo de lo que habríamos deseado...
Tras las desaventuras del día 7 de mi Camino, podemos oficialmente nombrarlo como el día Internacional de los Pinchazos (toma nota: este argumento puede contener un poquito de exageración). La trilogía de pinchazos para la bici de Maitane no podía haber escogido mejor desenlace con uno de los más legendarios pinchazos jamás visto. A escasos km para llegar a Hornillos del Camino, Maitane sufrió su tercer pinchazo del día con un Pin... pero espera, quédate conmigo, no fue un Pin cualquiera, ¡la bici se pinchó con un Pin del Camino de Santiago en el propio Camino! Entre todas las posibles rutas y de todos los tipos de Pins que existen, justamente éste tenía que pinchar la misma bici que había sucumbido a otros dos pinchazos en menos de un día... Probablemente sólo hay una posibilidad entre un millón de que esto ocurra, por lo que después de hacer la foto, le dije a Maitane:
"¡Oye, hoy tienes que jugar a la lotería, eh!"
Fue así como acabamos el día con este último y peculiar "fortunio". Mientras arreglábamos la bici, Marta y Carla siguieron el Camino para ir reservando el próximo albergue. Llegando a Hornillos al anochecer, relax podría ser la palabra que mejor resume aquel instante, relax y... Estrella Galicia, sí sí, no podía resistir la tentación de mi cerveza favorita. Se dio la casualidad de que la vendían en el único bar del pueblo, así que nos tomamos unas rondas mientras completábamos nuestros diarios. De repente, otras más tenían que caer cuando justo llegaban Giulia y Nicola (vuelve al día 3 si te perdiste mi encuentro con los primeros bicigrinos del Camino).
Una vez que acabamos las (Geniales Cervezas!) rondas y la cena, me llegó una nueva oportunidad para hacer otra de mis foto-entrevistas con nuestra hospitalera, Inma. Ella, al igual que otros hospitaleros, también hizo el Camino y al acabarlo decidió quedarse en un albergue para ayudar y apoyar a otros peregrinos. El hecho curioso es que, Alex, el bicigrino barbudo del que ya hablé en el día 4, estaba allí también, cenando. Lo particular de nuestra historia es que no me daría cuenta de este momento ni llegaría a conocerlo hasta bien más tarde.
Durante nuestra noche en Hornillos puede que hayamos tenido alguna que otra pesadilla de pinchazos, aunque bien pueden haber sido ocasionados por los intensos ronquidos que padecimos toda la noche.
Noveno consejo del Camino: al menos que seas un amante de la delicada música nasal, ¡agénciate unos tapones para los oídos!
Afortunadamente, nos despertamos con una amanecer increíble y un momento más que memorable. Te acuerdas de mi Sexto consejo para el Camino del día 5? Pues lo que en la foto de la derecha parece simplemente otra pareja de peregrinos, es en realidad, una de las mayores muestras de fraternidad que haya visto jamás. Uno de los peregrinos es ciego y su compañero es el que lo guíaba todo el camino con una simple cuerda, que a su vez se convierte en el símbolo más fuerte de su unión, misión y Camino. De nuevo, si abres tus ojos verás la belleza en todas partes.
Quizás por haberme quedado pasmado con esta bella escena, acabé retrasado y perdiendo las chicas de vista. Fue así que pasé una mañana más bien solitaria y creo que tras haber compartido el Camino tanto tiempo con tantas personas diferentes, parecía necesitar tener algunos momentos propios, ir un poco a mi ritmo y poder reflexionar a solas sobre la experiencia que representaba el Camino que estaba haciendo. Aún así, al final me acabé cruzando varias veces de nuevo con el equipo Ondiñas, pero cada vez que las alcanzaba ya seguían con su ruta, por lo que este día, la tortuga del equipo era yo.
Concentrándome un poco más en hacer fotos y visitar los pequeños encantos que me estaba brindando esta jornada, pasé por recorridos fluviales preciosos, museos en iglesias, montes empinados, pueblos y los enigmáticos canales de Frómista, en dónde me reencontré con las chicas. Siguiendo juntos hasta Carrión de los Condes, nos hallamos, sorprendentemente, con un pueblo vacío. El recuerdo que conservaba de él era de un día veraniego con gente por todas partes, pero que ahora aparte de dos bares abiertos y de un grupo de bicigrinos que conocíamos del albergue, pues no tenía nada más que ofrecer.
Carrión de los Condes es más conocido por su iglesia de Santiago que representa uno de los mejores ejemplos de la arquitectura Románica (haz clic aquí para más información). Además de esto, de por sí me hacía ilusión cruzar la provincia de Palencia de la que siempre guardo un grato recuerdo, ya que es la casa de uno de mis mejores amigos, Alfonso, a quién visité de sorpresa hace unos meses en Grecia cuando íbamos a visitar a otro de nuestros mejores amigos, Konstantinos: los tres mosqueteros llevábamos más de seis años sin habernos reencontrado juntos.
Pero volviendo de nuevo al Camino y siendo ya casi tarde para almorzar, necesitaba echarme algo al estómago por lo que aproveché la ocasión de seguir degustando la Morcilla típica de esta región. Una vez saciado y viendo aparecer algunas nubes grises y malhumoradas (quizás eran las mismas del día 5...), decidimos, a pesar de las circunstancias, ir rumbo al próximo poblado. Aunque una vez arrancados, las dudas nos acechaban al observar los hostiles truenos y relámpagos... sin embargo, nosotros, el equipo Ondiñas, gente del Norte, no nos dejamos intimidar por una "pequeña" tormenta... Así que mientras preparaba mi bici para un par de gotas, como de costumbre en esta jornada, me quedé atrás de nuevo.
Lanzado ya para otros 10 km de ruta, éstos acabarían siendo unos de los más largos de todo nuestro Camino. Inconscientes éramos de lo que estaba a punto de acontecer...
De nuevo, como todo buen humano que es fiel a sus costumbres, os mantengo de nuevo en vilo ;)
Volved la próxima semana para otro día de mi Camino.